
Que bien, que estupendo y que bonito es todo cuando se evalúa el trabajo de todo el cuatrimestre y no te lo juegas todo a un examen final.
Por supuesto, así nos vendieron Bolonia, que a parte de ser una ciudad italiana famosa por su salsa para espaguetis, también es un plan de estudios que se aplicó hace relativamente poco en las universidades españolas.
Como no podía ser menos, la Uc3m se subió al tren, de hecho se subió al primer vagón, puesto que se aplicó un año antes que en el resto de universidades. La pública diferencia, ya sabéis...
El majestuoso Plan Bolonia se resumía en dos palabras: evaluación continua.
Como soy hombre de copia-pega, he aquí como define la RAE a estos dos términos:
evaluación. (De evaluar).
1. f. Acción y efecto de evaluar.
continuo, nua. (Del lat. continŭus).
1. adj. Que dura, obra, se hace o se extiende sin interrupción.
2. adj. Dicho de dos o más cosas: Que tienen unión entre sí.
3. adj. Constante y perseverante en alguna acción.
La unión de estas dos palabras pierde totalmente su significado cuanto entra en juego... LA NOTA MÍNIMA. Sí, eso que hace que, aunque te lo hayas currado con las prácticas, trabajos, parciales y demás torturas, puedas palmar la asignatura en el examen final.
¿Por qué motivo tengo que sacar una nota mínima, si en tu maravillosa evaluación continua ya estoy aprobado? ¿Por qué tengo que sacar un 4, cuando gracias a mi trabajo del día a día, me vale con un 3?.
Esto no es evaluación continua, es otra cosa. Evaluación quasicontinua, evaluación semicontinua, evaluación continuamiscojones... Pero la continuidad, como tal, no existe.